sábado, 19 de septiembre de 2009

Tilcara, tierra de sueños y promesas...no cumplidas




Todavia no son las 14 horas y el sol, con su cielo celeste eterno, cae en picada desde el infinito y parece que el asfalto de la ruta 9 hacia el norte se derrite como un hielo. Y entonces un viento enérgico, impetuoso, baja desde los cerros, recorre la quebrada de punta a punta, arremolina algunas tierras sueltas e intenta ser un aliciente para el calor, más no lo logra. Se entiende ahora por qué los pueblos de la Quebrada de Humahuaca -aunque no son los únicos del país- duermen la siesta obligada de todos los días, en cada paraje, en cada esquina, en cada casa de adobe, tan fresca por dentro. El sol castiga a su manera y el viento le devuelve las gentilezas. Claro que la altura también toma partido de aquellos considerados débiles. Es que en Tilcara, Provincia de Jujuy, los 2461 msnm dejan sin aire a quienes pretenden correr o, aunque parezca extraño, hablan en demasía mientras caminan en una cuesta.


Sin embargo, Tilcara tiene una magia deslumbrante y atrae por su particular encanto: calles de tierra semi empedradas, casas de adobe y pequeños comercios, ese paisaje de tonalidades grisáceas y marrones claras en invierno a la veda del Río Grande, pedregoso y seco por estas épocas del año -apenas asoman unos hilillos de agua-, y el aire típico puneño: cálido de día, frío de noche.




Es interesante observar algunos detalles de la vida diaria de Tilcara. En una de las esquinas frente a la plaza central, La Peña de Carlitos ofrece, además de comida regional y elaborada artesanalmente, la música en vivo con las tonadas jujeñas y sus instrumentos típicos, nunca mejor usada la frase erque, charango y bombo. Imperdible. Carlitos Cabrera, dueño del bar, junto a Gustavo, el famoso duende de Tilcara y puestero frente al Pucará, que maravilla a todos tocando el charango con una plasticidad y una armonía increíble, ponen al servicio de propios y ajenos las canciones más lindas de la quebrada y todo el noroeste argentino. Suenan folclóricas, agraciadas y majestuosas estrofas como "soy el diablo de humahuaca, nadie se aguanta mi tentación, en mi quena hay un gualicho para las dudas de corazón", tema del cual hablaremos en otra ocasión...

Finalmente, las cosas más inverosímiles del mundo se mezclan en lugares y tiempos inauditos, como señala la propia historia de la humanidad. Es increíble como en los lugares más inhóspitos, más alejados de la realidad, más austeros, pueden suceder cosas que cambien el rumbo de la vida, que se columpien alternativamente entre la incredulidad de algunos y la fe de otros, y que queden rondando sobrias y reflexivas en la inocencia de la gente. La leyenda y el mito, unidos por una promesa y una maldición. ¿Y las cábalas? Otro motivo para prestarle atención a esta historia...

La selección argentina de fútbol dirigida por Carlos Salvador Bilardo se acercó diez días a Tilcara (fueron 14 jugadores, del 5 al 15 de enero de 1986) como preparación para la altura de México, lugar donde se iba a disputar el Mundial. Fue muy singular la aparición de jugadores como Passarella o Bochini (no fue Diego Maradona) por las calles Tilcara. Lo más interesante y eje de todas las críticas de hoy (sí, sí de hoy, 23 años despues) fue la promesa que el plantel le hizo a la imagen de la Virgen de Copacabana del Abra de Punta Corral -en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario, inaugurada en 1865-, a la que los fieles más devotos (y de los otros también) le ofrecen una promesa a cambio de volver a visitarla. Pero claro, en lugares donde las creencias son una parte indispensable de la vida de la población, las reglas no son foráneas o indiferentes para quienes llegan de afuera. Y eso es algo de lo que el plantel de la selección debería aprender. Y sino, ¿por qué se habla de un gualicho que tiene nuestro futbol a nivel nacional, ese de no poder ganar un mundial? ¿Es una maldición a raíz de una promesa no cumplida? La respuesta, después de todo, no está para nada implícita. Es que cuentan en Tilcara que los jugadores no regresaron a agradecerle a la Virgen la copa ganada en el mundial algunos meses después de aquella visita.
Para no ser menos, y agregarle un condimiento especial a esta historia, Carlitos Cabrera fue uno de los tantos fundadores del Club tilcareño Pueblo Nuevo, lugar donde la selección hizo la preparación, convencidos de que esa cancha tenía las medidas reglamentarias, cosa que es cierto. Ni el Club Terry ni el Club Belgrano, los más activos en aquellos pagos, fueron elegidos para la ocasión. Carlitos, que acompañó a Bilardo y al plantel en Tilcara, y que aún tiene la esperanza de ver a jugadores de la selección actual honrando a la Virgen por aquella promesa incumplida, advierte que “a la mamita Virgen hay que cumplirle. Deberían volver”. Y no es para menos: es uno de los que defienden esta leyenda y le da un marco de respeto y devoción pura. Superstición, cabala o caprichos de la naturaleza, con esas cosas no se juega...



Fotos: 1) Vista del vallle desde el Pucará de Tilcara hacia la ruta. 2) Calles de Tilcara. 3) Carlitos Cabrera y Gustavo tocando en la Peña. 4) Iglesia Nuestra señora del Rosario. 5) El plantel de la selección argentina en Tilcara (foto de internet)